CLIMA

Las condiciones favorables para esta planta son las de inviernos con bajas temperaturas constantes, pero no excesivas y verano relativamente fresco, caracterizado por una oscilación térmica entre el día y la noche. También con alta luminosidad y alta humedad relativa

Precipitaciones: Necesita por lo menos de 700 a 900 mm anuales de lluvia, y bien repartidos, especialmente durante el crecimiento de los frutos, período en el que necesita un mínimo de 60 mm por mes. Si las precipitaciones son muy abundantes en el período invernal, no perjudican al frambueso, siempre que no se produzcan encharcamientos en la superficie; por otra parte si se producen lluvias en las épocas próximas a la madurez de los frutos, estos se ponen demasiado blandos, se deterioran rápidamente una vez recogidos y se pueden enmohecer. Debido a su sistema radical superficial sufre con la escasez de agua.

Acumulación de frío invernal: La frambuesa roja es una especie de clima templado, que en general requiere de 700 a 1700 horas frío (HF) abajo de 7 C para permitir una adecuada brotación. Sin embargo algunas variedades desarrollan bajo condiciones de inviernos benignos. Descensos fuertes de temperatura a comienzos del otoño pueden dañar las partes apicales de los rebrotes más vigorosos, aún no lignificados, aunque los daños de los brotes se eliminan en la poda de invierno.

Heladas: Son más perjudiciales las heladas de invierno, que se producen durante el reposo de la planta, las yemas son muy sensibles al frío y un descenso brusco de la temperatura puede necrosarlas. El daño por frío en invierno es severo, aunque las cañas son muy resistentes, toleran hasta -40ºC si están aclimatadas. Por otro lado, las heladas primaverales pueden dañar a veces los tiernos brotes. Requiere 200 dias libres de heladas para la brotación. Se considera que en lugares con inviernos más fríos la planta podría desarrollar mejor y sin riesgos de grandes daños por heladas, ya que brota tarde y las flores aparecen después del alargamiento lateral, la cual soporta bajas temperaturas (Rodríguez, 1984).

Viento: Conviene advertir que tanto los retoños como los tallos fructíferos, pueden ser dañados por el viento. Cuando el viento es constante puede provocar una excesiva deshidratación de los tejidos herbáceos con la consiguiente marchites, cuando es más agresivo, puede producir la caída de los frutos maduros o la ruptura de los brotes fructíferos en el punto de inserción sobre el tallo.La protección contra el viento es un factor muy importante para evitar ruptura de laterales y de las plantas a nivel de cuello.

Nieblas matinales: especialmente en períodos calurosos, son perjudiciales para el frmbueso, ya que ello facilita el desarrollo de enfermedades fungosas, principalmente Oidium y Botrytis.